La filosofía educativa de María Montessori se centra en el desarrollo del niño a través de la libertad y la disciplina. Para Montessori, la libertad no significa hacer lo que se quiere, sino tener la capacidad de elegir y tomar decisiones informadas. Por otro lado, la disciplina no se trata de imponer reglas estrictas y castigos, sino de ayudar al niño a comprender el orden y la organización necesarios para vivir en sociedad.
El equilibrio entre la libertad y la disciplina es fundamental para la educación según Montessori. Por un lado, la libertad es esencial para el desarrollo del niño. Los niños necesitan tener la libertad de explorar y experimentar el mundo que les rodea, para descubrir sus propios intereses y talentos. Además, la libertad les permite desarrollar su autoestima, su capacidad de tomar decisiones y su independencia.
Por otro lado, la disciplina es necesaria para proporcionar a los niños un ambiente seguro y organizado, donde puedan concentrarse y aprender sin distracciones. En un ambiente Montessori, esto se logra a través del establecimiento de límites claros y predecibles, pero también a través de la enseñanza de habilidades sociales y emocionales. Los niños aprenden a controlar sus emociones, a respetar a los demás y a seguir las normas establecidas, no por la imposición, sino por la comprensión de su importancia para el bienestar común.
En conclusión, el equilibrio entre libertad y disciplina es esencial en la educación Montessori. La libertad permite al niño explorar y descubrir el mundo que le rodea, mientras que la disciplina proporciona un ambiente seguro y organizado para su desarrollo. El adulto en un ambiente Montessori desempeña el papel de un guía, ofreciendo al niño materiales y actividades adecuados y ayudándole a desarrollar su capacidad de tomar decisiones informadas. De esta manera, el niño desarrolla su autoestima, su independencia y su capacidad de aprender y vivir en sociedad.